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Pecado, confesión y redención

59 La mano del Señor
    no se queda corta para salvar,
    ni es sordo su oído para oír.
Son vuestras iniquidades
    las que os separan de vuestro Dios.
Son estos pecados los que lo llevan
    a ocultar su rostro para no escuchar.
Tenéis las manos manchadas de sangre
    y los dedos manchados de iniquidad.
Vuestros labios dicen mentiras;
    vuestra lengua murmura maldades.

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